jueves, 31 de octubre de 2013

TEATRO EN PERÚ.


Las representaciones escénicas y teatrales surgieron tras el virreinato y fueron los jesuitas hacia el año 1568, los primeros en inaugurar  en  la plaza de san pedro (lima), estas funciones se hacían en las tardes  pero por la afluencia de las gentes se programaron horarios nocturnos.


Las primeras representaciones se daban en los atrios de las iglesias, en el centro de las plazas  sobre tabloides y muchos años después en coliseos.


COLICEO DE LAS COMEDIAS EN LIMA

Las comedias gozaban de la preferencia del público mucho más que los dramas por eso se le dio este nombre al coliseo.

EL TEATRO VIRREINAL

Ubicado en la ciudad de los Reyes en Lima  que en 1796 después de haber tenido unas mejoras  un terremoto lo destruyo y fue reconstruido por  Pablo Olavide y esto origino un conflicto entre la iglesia y la administración del virreinato por que la posición de la iglesia era que acusaban a Pablo de la reconstrucción del teatro era un gasto impío, Olave fue señalado responsable y viaja a España deshonrado, y es allí donde reforma la escena teatral con su espíritu rebelde el teatro principal de Lima hoy llamado teatro Segura a un existe.

Olavide logro su celebridad como dramaturgo, el intelectual pedro Peralta también se destaca con obras de representación peruana en el teatro de la colonia con el drama “triunfo  el amor y poder”, y la comedia “afectos vencen fuerzas”, se destaca el drama Incaico compuesto por Quechua denominado “ollantai”, donde el párroco Pedro Valdés le adopto a la modalidad europea para su puesta en el teatro.

Pero al pasar del tiempo  Perú se convierte en un país más profico en poetas que en autores teatrales los artistas que se han dedicado a escribir teatro se cuentan con los dedos y entre ellos no hay artistas destacados. Quizás la preponderancia a creaciones colectivas se deba este hecho.

Para alguien que quiera estudiar arte dramático las opciones no son muchas   además de la escuela oficial ENAD de muy limitados recursos, existen otras  escuelas o espacios universitarios pertenecientes a grupos particulares  pero ninguno tiene una los recursos suficientes para tener una práctica sostenida.

El movimiento teatral peruano es un movimiento de un grupo de personas que se reúnen para ser teatro, todos son responsables del destino del grupo y comparten los gastos financieros de los montajes.

A continuación algunos  directores que se destacaron en los 80 Roberto Arango, de la universidad católica se  interesan por la problemática urbana juvenil.

Mario Delgada se destacó en todos los campos artísticos, experimenta teatro  político y social con su grupo cuatro tablas.

Ruth Escudero se caracterizó por tratar en sus obras las problemáticas femeninas en sus montajes.

Jorge Guerra  este se centró en la tradición teatral occidental.  

Alberto Isola se centró en la búsqueda de la dramaturgia peruana.

Felipe Ormeño  este por su experiencia y disciplina trabajo con Augusto Boal  y Sergui  arrau, Eugenio Barba se basó en la danza moderna y clásicas en sus creaciones colectivas.      






HISTORIA DEL TEATRO ARGENTINO

ANTECEDENTES

En 1610 se remonta a los tiempos de la colonia los antecedentes históricos sobre diversos ritos, ceremonias-comunidades indígenas, aborígenes y Representaciones africanas. Los jesuitas utilizaron el arte dramático como herramienta evangelizadora.

1720 – 1812 representaciones de los géneros europeos como la comedia dell’Arte Italiana, el sainete y la zarzuela española.

El sainete es una obra dramática de origen español compuesta por un acto único, normalmente acompañada por música y baile.

La zarzuela es un género lírico-dramático español en el cual se alternan escenas habladas con otras cantadas o bailadas. 1778 es edificado el primer espacio de representación teatral y fue el Teatro de la Ranchería.
Siglo XIX Hubo una dependencia del teatro europeo (español, italiano y francés), entre 1880 y el 1930, inmigrantes con preponderancia de italianos y españoles pero también franceses, árabes, irlandeses, árabes, irlandeses y alemanes. Buenos Aires se convirtió en un centro multicultural y pluriétnico, en la dramática de este país empezó a desarrollar lo absurdo y lo grotesco.

Juan Moreira es la novela folletinesca de Eduardo Gutiérrez y su adaptación circense ya que ante el éxito de la novela, un circo estadounidense le pidió a Gutiérrez que realizara una versión mímica-dramática para ser representada en los espectáculos circenses. Se considera la pantomima gauchesca como la piedra fundamental del teatro argentino.

Siglo XX y la actualidad, Argentina vivió conmociones políticas sociales, económicas y culturales que dieron lugar a distintos fenómenos de organización y prácticas sociopolíticas: Corrientes migratorias, aparición de organizaciones sociales sindicales y partidarias, sucesivos golpes de estado hasta cruentas dictaduras.
El  contexto socio político influyó en las distintas manifestaciones teatrales porque éstas reflejaron en su temática y en su quehacer el momento que atravesaba el país.

Leónidas Barletta (Buenos Aires, 30 de agosto de 1902 – 15 de marzo de 1975), fundó el teatro del pueblo 1930- 1976, piedra fundamental del movimiento independiente, marcado con una ley de legislatura porteña, como el día del teatro independiente, este movimiento teatral inaugura una corriente artística innovadora que concibe este arte como una verdadera forma de pensar y hacer el teatro, autores como Aurelio Ferreti, Carlos Gerostiza, Osvaldo Dragún entre otros dieron un estilo único y original a la dramática argentina, quienes le dieron importancia a la escenografía y el vestuario así como de la necesidad de formarse actoralmente.

El teatro argentino se abre a los temas sociales más polémicos y se consolida como un fenómeno paralelo al teatro oficial subvencionado, forjándose un teatro económicamente independiente que pudo autofinanciarse.
Los movimientos más importantes de este proceso son el sainete y el grotesco, porque han permanecido durante los años.

Podemos decir que la primera modernización fue la afirmación del teatro de arte estructurada entre los años 1949- 1960.

Una emergencia de una nueva ideología estética llevada en los años 1939- 1949:

·        Teatro de vanguardias y experimentación, la segunda línea, bajo la influencia de las obras de Ionesco y beckett, presenta exponentes como Eduardo Pavlosky y Griselda Gambaro, que juntos realizaron el desatino.
·        Realismo social, se ve reflejada en soledad para cuatro de Ricardo Halac, nuestro fin de semana y los días de Julián Bisbal de Roberto Cossa.
·        Nuevo Grotesco, la tercera y última de estas divisiones viene del grotesco, sus personajes son tragicómicos, la fiaca de Ricardo Talesnik (1967) y la valija de Julio Mauricio (1968).

El teatro Argentino actual, en cuanto a la dramaturgia, puede decirse que se ha consolidado la producción en las que han surgido nuevos autores: Carlos Pais, Mauricio kartun, Daniel veronese y Enrique Morales entre otros.

En la actualidad el teatro es una actividad que se desarrolla normalmente, durante los fines de semana hay en Buenos Aires, alrededor de 80 espectáculos que se presentan en diferentes salas.

En la Argentina existe una fiesta nacional del teatro que se realiza anualmente en distintas ciudades del país, se prioriza la participación de las salas independientes y el apoyo de organismos culturales regionales.

martes, 1 de octubre de 2013

TEATRO PUERTORRIQUEÑO

A continuación tendremos una breve síntesis de los grandes avances y logros del Teatro Puertorriqueño. Como País en la  lucha de 500 años, no ha hecho otra cosa que cimentar su nacionalidad, mostrar sus costumbres, su historia, sus ideas sobre el presente y La forma puertorriqueña de pensar sobre las cosas que más preocupan al hombre. Porque el teatro, además de ser uno de los entretenimientos por excelencia, es también el más importante foro de ideas, denuncias y cuestionamientos de una sociedad civilizada.

Los pobladores taínos y sus ancestros, Utilizaban formas teatrales en las que se mezclaba el entretenimiento, la memoria histórica y la adoración religiosa. No debemos pensar que la idea del teatro llegó con los europeos, el teatro no es algo que “se inventa”, sino que nace natural, con las mismas emociones humanas, como una necesidad espiritual. Por el contrario, las formas de baile llamadas areítos y otros juegos de representaciones taínas o arahuacas, existían desde la misma prehistoria y surgieron en épocas similares a las formas del teatro griega.

Por ejemplo los areitos no sólo eran ceremonias religiosas, sino también en ellos se hablaba de la historia de los caciques y sus familias, se hablaba de la vida de sus dioses, de la cosecha, de la pesca y de las incertidumbres del mañana. Los conquistadores al llegar realizaron cabios radicales y traumáticos, borrando sus tradiciones y costumbres. Por lo que  llego una representación teatral para que  a través de ella, se  adoctrinara en el cristianismo a los pobladores del país. Todas las representaciones teatrales tenían la obligación de realizarse “por lo divino”, es decir, que tratasen temas de religión, de virtud y de cristianismo. En ellas participaban las señoritas y señoritos de la sociedad y hasta los mismos sacerdotes. El lugar de representación era el atrio de la Iglesia y se realizaban en cada festividad cristiana.
Ya en el siglo XVII comienzan a representarse formalmente comedias escritas en España, por grupos de aficionados locales que levantaban tablados con estos propósitos. En Puerto Rico durante todo ese siglo, la representación de comedias era actividad obligada de la celebración. Así, nace un primer grupo de actores, maromeros y prestidigitadores que se lanzan a la calle a buscar el favor del público, a contar historias y entretener el aburrido paso de la vida en la provincia.

Es en 1747, cuando el  primer actor y dramaturgo puertorriqueño, Lorenzo de Ángulo, improvisa sus actos de histrionismo y escribe sus sainetes, representándolos por las calles de San Juan y describiendo con ellos el acontecer político y social de nuestro pueblo. Es en este momento en que el gobierno da las licencias profesionales a los primeros actores del país, licencias con las que el gobierno cobraba su parte mediante la creación de un “impuesto de representación”. Este impuesto era cobrado tanto a los actores locales, como a los que llegaban de España en sus giras artísticas.

Entre los primeros actores puertorriqueños se encontraban profesionales de todo tipo, comerciantes, obreros, prostitutas y esclavas, quienes encontraban en el teatro una forma de ganar algún dinero.
En esa lucha entre lo divino y lo profano llegamos al siglo XIX, que es el siglo donde comienza a definirse su  identidad y  nacionalidad; esa identidad le deberá mucha de su fuerza y de su afirmación, a los escritores y actores de este siglo.

Los teatros continúan levantándose de manera provisional, llamándose “Tablados al uso”. En todo San Juan, a lo largo de la última mitad del siglo XVIII se levantaron varios de estos alrededor de las plazas y las ermitas, hasta que a finales en 1797 se construye el primer “Rancho de Comedias” o “Parque de la Maroma”, en lo que hoy es el interior de la cuadra entre las calles Sol y Luna, esquina del Cristo del Viejo San Juan. Este teatro estuvo en funciones hasta 1814 y era propiedad del Cabildo de San Juan. En 1822 comienza la construcción de lo que será el primer teatro: “Los Amigos del País”, en el costado oeste de lo que fue el Hospital Militar en el Barrio Ballajá del Viejo San Juan. Este teatro tuvo capacidad para más de 2,000 espectadores.

El Gobernador español Salvador Meléndez Bruna, perseguidor de los reformistas puertorriqueños liberaliza las normas sobre el teatro y él mismo, como aficionado, retiene el derecho de aprobación y promueve las comedias. Se cree que esta afición se debía al gusto del Gobernador por las fiestas y tertulias con los actores, y al odio que tenía al Obispo Juan Alejo de Arizmendi, primer Obispo Puertorriqueño. Este odio era mutuo. Y el Obispo no vio mejor manera de atajar al Gobernador, que lanzando desde el púlpito y en forma de pastoral eclesiástica una diatriba contra el teatro, llamándolo “oficina de la lujuria” y “serrallao de la pública honestidad”, palabras demasiado fuertes en una época en que ya el teatro había adquirido una preponderancia social difícil de opacar. Esta rabia del Obispo tuvo el efecto de apartar del teatro a ciertos sectores de la aristocracia que lo apoyaban entonces, pero a su vez estimuló la participación de más sectores populares a quienes tenía sin cuidado la opinión de la Iglesia.”

Pero no sólo en los grandes teatros comenzó a desarrollarse una tradición teatral digna de pasar la historia, sino también en los pequeños salones de los casinos y los grupos culturales. El primer grupo cultural, en que el teatro formó parte fundamental de su trabajo  fue La Filarmónica, fundada en 1846 por un joven, que pocos años después se convertirá en el más importante escritor de teatro de todo el siglo XIX: Don Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882). La Filarmónica llevará a escena la primera obra de teatro puertorriqueño de la  que se tenga noticia verificable. No quiere decir esto que antes de Tapia no hubiese autores puertorriqueños; los hubo y varios, como Celedonio Luis Nebot, José Simón Romero Navarro, Carmen Hernández de Araujo, Ramón C.F. Caballero, pero ninguna de sus obras teatrales obtuvo la difusión o el éxito de la obra Roberto D’vreux, escrita y estrenada por Tapia en 1856. La primera versión de esta obra, sin embargo, fue censurada antes de ser estrenada y por ello y por otras cosas propias de su carácter aventurero y valiente, el joven autor Tapia se ve forzado a un duelo en el que es herido y es obligado a huir del país, convirtiéndose así en el primer escritor exilado de toda la literatura. Sin embargo, el exilio de Tapia en España le sirvió para mejorar sus conocimientos, para aprender nuevas formas y aventurarse a representar nuevos contenidos.

En el siglo XX, el  nuevo gobierno estadounidense impuso de inmediato sus maneras de hacer cultura. En algunos lugares comenzó a representarse teatro en el idioma inglés y llegaron a la Isla, compañías teatrales en ese idioma, Pero los puertorriqueños no apoyaron esas muestras de teatro y solicitaban a las compañías locales y españolas que se hiciera un teatro que evidenciara  la situación que se vivía.

Con las nuevas ideas europeas sobre la revolución social y las luchas entre las clases, en los primeros diez años del siglo XX surgieron entonces dos importantes vertientes en el quehacer teatral puertorriqueño: el teatro de alta sociedad y el teatro obrero. El teatro de la alta sociedad fue un teatro nostálgico de la España ida. Un teatro escrito con el recuerdo de la influencia de los grandes dramaturgos españoles. Entre los autores de este tipo de teatro se destacó José Pérez Lozada, español radicado en la isla, que escribió exitosas comedias que hicieron reír a la sociedad capitalina de entonces.

Mientras, en la fila del piquete, en las centrales y en la huelga cañera, un grupo de hombres y mujeres usaron el teatro para enseñar a los obreros a defenderse de las explotaciones de las centrales. Los autores y actores más importantes de este momento lo fueron Ramón Romero Rosa, Enrique Plaza, José Limón de Arce, Magdaleno González, y la muy reconocida líder obrera, Luisa Capetillo.

Los años veinte y treinta llegan con una depresión económica apabullante y un clima de gran inestabilidad política producto de las luchas del Gobierno por reprimir y apresar un naciente nacionalismo que buscaba reafirmar la identidad puertorriqueña ante la fuerza con la que se imponía la cultura estadounidense.

En 1938 ocurre uno de los eventos teatrales más importantes del siglo XX: el Certamen de Teatro del Ateneo Puertorriqueño de ese año. A él concurren varias obras, convocadas por el llamado de esta Docta Casa de la Cultura, para que los dramaturgos sometieran ante su consideración obras de teatro de alto sentido puertorriqueño, obras de la nacionalidad y de la actualidad palpitante. Los ganadores de esta justa lo fueron Manuel  Méndez Ballester con su obra El clamor de los surcos, Fernando Sierra Berdecía con su obra Esta Noche juega el joker y Gonzalo Arocho del Toro con su obra El desmonte.

El año 1985 fue un año de grandes inicios. En ese año se funda la Productora Nacional de Teatro, conglomerado de las siete compañías de teatro más antiguas del país; se funda la Revista Intermedio de Puerto Rico, primera revista dedicada al teatro puertorriqueño; se funda el Archivo Nacional de Teatro Puertorriqueño, donde se recoge todo el patrimonio teatral del país, es decir, libretos, recortes, libros, manuscritos y programas de teatro y cuya sede hoy se encuentra en el Ateneo Puertorriqueño; se funda además la Sociedad Nacional de Autores Dramáticos y un año después se funda el fallido Colegio de Actores de Teatro de Puerto Rico.
La última década del siglo XX fue una época de cambios radicales y rápidos en el teatro. Parecería como si el ritmo razonable de aparición de obras, actores y autores de pronto hubiera recibido un gran impacto.


Surge toda una nueva generación de productores jóvenes, discípulos de los teatreros de antaño, que se compenetran con su época de cambios y comienzan a llegar al teatro nuevas estrategias de mercado, de producción y hasta de aplicaciones tecnológicas. Esta generación de productores se caracteriza por trabajar con dedicación en aquellos aspectos que garantizarán el éxito de las obras, con énfasis particularmente en la publicidad y en la selección de los autores y actores.

TEATRO EN HAITÍ

Ocupa la parte occidental de la Isla la española, en pleno caribe, que comparte con la republica dominicana. Haití quedo prácticamente ignorado por España luego del descubrimiento de la isla en 1492.

El teatro en Haití fue surgiendo gracias a la fundación y el nacimiento de un teatro nacional, hubo que buscarlo en la remotas noches del 1791, durante la ceremonia del BOIS CAIMAN, que motivo una revuelta de gran envergadura de carácter antiesclavista, con ocasión de la cual el incendio de las plantaciones era visible hasta en las islas bermudas.

Hasta que pasados muchos años, en 1928 el doctor jean Price Mars, da a conocer  sus primeros celebres trabajo de investigación, que en cierta forma es un lamento por la autenticidad cultural, y un llamado al frente dramatúrgico para construir un teatro de identificación acudiendo a la tradición popular.

TEATRO, TRABAJO Y RELIGIÓN. 

Existen en la sociedad de trabajo (combite o societi), la sociedad religiosa vudú, y la sociedad de representaciones (el carnaval o las bandas raras) estas se relacionaron con la organización formal y social, pero cada una tiene lo siguientes componentes: 1-un nombre que las distingue perfectamente ejemplo la sociedad de la flor o sociedad de la rosa. 2-su propia bandera. 3-un presidente en la base de los soldados (en la sociedad de trabajo). 4- un director coral y el coro.5-una serie de instrumentos musicales.

TEATRO CONTEMPORÁNEO

El teatro contemporáneo se ha tenido que enfrentar a un régimen político despótico que frena el cambio social y político con urgencia; Haití ha sabido que el teatro siempre ha sido una buena búsqueda de la democracia, de la libertad de expresión y de la libre comunicación de la ideas y de personas lo cual siempre ha tenido buena calificación teatral

El teatro haitiano más que una representación al público, puede decirse que abarca una falsedad intima en ciertas partes, existen ceremonias o rituales lo cual con una serie de bailes y una lengua no identificada le trasmiten al público una ignozis para que se aprecie dicha obra de teatro realizados por ellos cuando en verdad no lo es, son conjuros que utilizan un escenario para hacerle brujería a personas inocente.

TEATRO EN HONDURAS

CULTURA HONDUREÑA

Honduras es un país multiétnico y multicultoral con una herencia de más de 12 mil años de historia, las primeras sociedades que habitaron el país.  La composición étnica de Honduras es el siguiente: 8% blancos, 1% negros garífunas, el 85% población es predominantemente mestiza.  El 6% de la población hondureña es indígena de diferentes grupos o etnias, los mas importantes son:
  • La civilización maya fundó desde el II d. C. la ciudad Copán, fue gobernada por la dinastía Yax Kuk Mohasta el siglo X d. C. Desarrollaron ampliamente muchas disciplinas como la escultura, pintura, astronomía, matemáticas, música y literatura. También desarrollaron la agricultura, la navegación marítima, la pesca, la domesticación de animales y la ganadería. Sus descendientes direchos son los Chortís.
  •  Cultura lenca,  los Lencas han perdido su lengua y la mayoría de sus prácticas religiosas, Aunque todavía practican pactos de paz entre ellos, así como ofrendas a sus dioses ancestrales, y algunos de ellos todavía conservan su forma original de vestir. Mientras que en el plano artístico-económico los Lencas se destacan por la alfarería.
  • Cultura garífuna,  los garífunas conservar sus costumbres afro-caribeñas entre las que destacan: Su lengua garífuna, su sistema religioso conocido como ‘dugú’. Aunque es de hacer notar que hoy en día, la mayoría ha llegado a aceptar la religión católica. La aportación cultural más importante a nivel mundial de los garífunas hondureños es el baile ‘Punta’ el cual llegó a alcanzar altos niveles de popularidad a principios de los años 1900’s luego del exitazo musical ‘Sopa de Caracol’, impulsado por el grupo ‘Banda Blanca’ de Honduras. A nivel deportivo, los garífunas han sobresalido en gran manera, particularmente en el fútbol. Muchos han sido los integrantes de este grupo ténico, que han formado parte de la selección de fútbol de Honduras.


LITERATURA EN HONDURAS

La primera imprenta fue traída a Honduras por el General Francisco Morazán desde Guatemala y que instalaría en el Cuartel San Francisco. La literatura en el territorio de la actual Honduras se remonta a hace más de mil quinientos años, fue desarrollada por la civilización maya en la ciudad de Copán, la Escritura maya de nuestros antepasados que empleaba logogramas y glifos silábicos la literatura maya se encuentra conservada en las estelas, pirámides y templos en Copán. La ciudad de Copán alberga la pirámide más informativa de América, la pirámide de los jeroglíficos que cuenta con más de 2.500 glifos.

Entre los escritores más notables1 de Honduras son Froylán Turcios Juan Ramón Molina, Rafael Heliodoro Valle, Antonio José Rivas, Clementina Suárez, Ramón Amaya Amador, Marco Antonio Rosa, Roberto Sosa, Lucila Gamero de Medina, Roberto Quezada, Armando García, Helen Umaña, Alberto Destephen, Argentina Díaz Lozano, Rony Bonilla y Julio Escoto.Entre los escritores contemporaneos de nuestro tiempo sobresale la obra literaria de la escritora Azucena Ordoñez Rodas.

TEATRO EN HONDURAS

En América ha existido el Teatro desde mucho antes de la conquista, durante la colonización se difundió el teatro europeo y se mezcló con el teatro precolombino.

Los pueblos originarios de América tenían sus propios rituales, festivales y ceremonias que incluían bailes, cantos, poesías, canciones, escenificaciones teatrales, mimos, acrobacias y espectáculos de magia. Los actores eran entrenados, usaban disfraces, máscaras, maquillaje y pelucas. Asimismo, construyeron plataformas para mejorar la visibilidad y los escenarios eran decorados con objetos naturales.

Los europeos utilizaron la herencia teatral americana para su misión evangelizadora. Durante los primeros cincuenta años después de la Conquista de América, los misioneros usaron ampliamente el teatro para propagar la doctrina cristiana a la población indígena, acostumbrada a los espectáculos visuales y orales.

En Honduras históricamente se practica teatro europeo desde el siglo XVI, la primera presentación teatral en Honduras fue el Diablo Cojuelo, una obra del dramaturgo y novelista español Luis Vélez de Guevara, la presentación se llevó a cabo en el año 1750, al aire libre, en la ciudad de Comayagua.

Seguidamente se construyeron diversos teatros, hasta que en 1905 el presidente Manuel Bonilla decretó la construcción de un teatro nacional, mas que un teatro, un coliseo, donde los capitalinos pudieran presenciar teatro, ópera, zarzuela y danza a la europea. En 1915 se concluyó la construcción del teatro nacional, que se llamó finalmente Teatro Nacional Manuel Bonilla en honor al presidente que decretó su construcción.

Compilar y evaluar la actividad teatral hondureña durante la última década antes del nuevo milenio no es una tarea sencilla: Podemos resbalar en la trampa de escribir la definitiva acta de defunción del teatro hondureño al repetir el tono de réquiem de algunos estudios recientes sobre el teatro hondureño.

Una de las raíces principales de la cultura hondureña es su profunda religiosidad, una religiosidad popular expresada en cantidad de tradiciones alrededor de los santos y fiestas religiosas como la Navidad y La Semana Santa. En el siglo XVIII el padre José Trinidad Reyes entendió perfectamente que ninguna labor cultural o artística podía tener éxito en Honduras sin integrar ese poderoso componente religioso del pueblo hondureño. El padre Reyes sistematizó esta cultura religiosa del pueblo hondureño en sus famosas Pastorelas, poniendo con ello las bases para el surgimiento y desarrollo del teatro en Honduras.

También está el peligro de quedarnos atrapados en la queja permanente del poco o miserable apoyo que el Estado brinda a la actividad teatral en Honduras, cuando consta desde la antigüedad que el arte en sus diversas expresiones raras veces ha tenido el beneplácito y empuje de los gobernantes. Es cierto que las circunstancias nunca han sido del todo favorables para el arte escénico hondureño; sin embargo, Honduras, junto a Costa Rica y Guatemala, es uno de los países de la región con una constante tradición teatral.

Se puede decir que el teatro de los noventa en Honduras comienza con la internacionalización del teatro hondureño a través de la película ¡Teatro! teatro y espíritu de cambio en Honduras, que se estrenó en el Festival de Cine de Chicago en Octubre 1989 (ganando un premio de mejor documental).

El teatro en Honduras ha sido históricamente una actividad independiente y no gubernamental, una profesión de lobos esteparios; eso explica lo disperso del trabajo teatral y el escaso espíritu corporativo de los teatristas hondureños. Al menos desde finales de los años 50 es evidente la existencia de la profesión teatral en Honduras.

Los años 60 propiciaron un clima de protesta y dieron lugar a variados experimentos creativos en el mundo intelectual y cultural latinoamericano. Todos los esfuerzos estaban concentrados en hallar la identidad de la cultura latinoamericana. Durante los años 70 y 80 aquellas inquietudes llegaron al teatro hondureño con el retorno de algunos por entonces jóvenes teatristas que habían estudiado teatro en Colombia como Rafael Murillo Selva, Tito Estrada, Mario Jaén, y Karen Matute. Esta nueva generación de teatristas hondureños educados en corrientes teatrales como la creación colectiva, el teatro campesino de Luis Valdez, y el teatro político de Brecht, buscaron cada uno a su manera los primeros trazos de un teatro hondureño que reflejara lo propio y original de la cultura hondureña. En la década de los noventa las obras de teatro insistieron creativamente en esta fusión entre teatro y cultura hondureña.


A finales de los noventa el huracán Mitch destruyó buena parte del territorio hondureño. Mitch puso a prueba la capacidad y creatividad del teatro hondureño para responder a las necesidades del pueblo en un momento de gran emergencia y desesperación. Algunos grupos de Tegucigalpa y la zona norte de Honduras implementaron experiencias de un teatro que podríamos llamar de primeros auxilios, porque su objetivo era utilizar el arte escénico para llevar entretenimiento, diversión, y esperanza a los miles de damnificados. Los damnificados no sólo tenían necesidad de alimentos o ropa (por muy inmediatos y prioritarios que fueran los alimentos o el vestido); hacía falta atender también la sensibilidad herida del pueblo, no dejando que muriera la capacidad para disfrutar de la belleza. Actualmente muchos colectivos de teatro continúan dramatizando cuentos infantiles y otras obras para públicos más variados entre la población damnificada. El teatro ha colaborado a evitar la deshumanización de las personas viviendo en albergues temporales, donde las actitudes violentas y agresivas, la falta de solidaridad, la apatía, la depresión o el conformismo, amenazan con esmero el espíritu de la gente. El teatro en Honduras arribó al nuevo milenio con la noticia del fallecimiento de Francisco Salvador, el más destacado de los precursores del teatro hondureño. En su larga trayectoria como dramaturgo, director, actor, profesor e historiador del teatro en Honduras, Francisco Salvador ayudó a poner las bases para el desarrollo del teatro contemporáneo en Honduras: fue el primer teatrista hondureño en hacer del teatro objeto de estudio sistemático y profesional; a él pertenece el primer estudio serio sobre la historia del teatro en Honduras.