martes, 1 de octubre de 2013

TEATRO EN HONDURAS

CULTURA HONDUREÑA

Honduras es un país multiétnico y multicultoral con una herencia de más de 12 mil años de historia, las primeras sociedades que habitaron el país.  La composición étnica de Honduras es el siguiente: 8% blancos, 1% negros garífunas, el 85% población es predominantemente mestiza.  El 6% de la población hondureña es indígena de diferentes grupos o etnias, los mas importantes son:
  • La civilización maya fundó desde el II d. C. la ciudad Copán, fue gobernada por la dinastía Yax Kuk Mohasta el siglo X d. C. Desarrollaron ampliamente muchas disciplinas como la escultura, pintura, astronomía, matemáticas, música y literatura. También desarrollaron la agricultura, la navegación marítima, la pesca, la domesticación de animales y la ganadería. Sus descendientes direchos son los Chortís.
  •  Cultura lenca,  los Lencas han perdido su lengua y la mayoría de sus prácticas religiosas, Aunque todavía practican pactos de paz entre ellos, así como ofrendas a sus dioses ancestrales, y algunos de ellos todavía conservan su forma original de vestir. Mientras que en el plano artístico-económico los Lencas se destacan por la alfarería.
  • Cultura garífuna,  los garífunas conservar sus costumbres afro-caribeñas entre las que destacan: Su lengua garífuna, su sistema religioso conocido como ‘dugú’. Aunque es de hacer notar que hoy en día, la mayoría ha llegado a aceptar la religión católica. La aportación cultural más importante a nivel mundial de los garífunas hondureños es el baile ‘Punta’ el cual llegó a alcanzar altos niveles de popularidad a principios de los años 1900’s luego del exitazo musical ‘Sopa de Caracol’, impulsado por el grupo ‘Banda Blanca’ de Honduras. A nivel deportivo, los garífunas han sobresalido en gran manera, particularmente en el fútbol. Muchos han sido los integrantes de este grupo ténico, que han formado parte de la selección de fútbol de Honduras.


LITERATURA EN HONDURAS

La primera imprenta fue traída a Honduras por el General Francisco Morazán desde Guatemala y que instalaría en el Cuartel San Francisco. La literatura en el territorio de la actual Honduras se remonta a hace más de mil quinientos años, fue desarrollada por la civilización maya en la ciudad de Copán, la Escritura maya de nuestros antepasados que empleaba logogramas y glifos silábicos la literatura maya se encuentra conservada en las estelas, pirámides y templos en Copán. La ciudad de Copán alberga la pirámide más informativa de América, la pirámide de los jeroglíficos que cuenta con más de 2.500 glifos.

Entre los escritores más notables1 de Honduras son Froylán Turcios Juan Ramón Molina, Rafael Heliodoro Valle, Antonio José Rivas, Clementina Suárez, Ramón Amaya Amador, Marco Antonio Rosa, Roberto Sosa, Lucila Gamero de Medina, Roberto Quezada, Armando García, Helen Umaña, Alberto Destephen, Argentina Díaz Lozano, Rony Bonilla y Julio Escoto.Entre los escritores contemporaneos de nuestro tiempo sobresale la obra literaria de la escritora Azucena Ordoñez Rodas.

TEATRO EN HONDURAS

En América ha existido el Teatro desde mucho antes de la conquista, durante la colonización se difundió el teatro europeo y se mezcló con el teatro precolombino.

Los pueblos originarios de América tenían sus propios rituales, festivales y ceremonias que incluían bailes, cantos, poesías, canciones, escenificaciones teatrales, mimos, acrobacias y espectáculos de magia. Los actores eran entrenados, usaban disfraces, máscaras, maquillaje y pelucas. Asimismo, construyeron plataformas para mejorar la visibilidad y los escenarios eran decorados con objetos naturales.

Los europeos utilizaron la herencia teatral americana para su misión evangelizadora. Durante los primeros cincuenta años después de la Conquista de América, los misioneros usaron ampliamente el teatro para propagar la doctrina cristiana a la población indígena, acostumbrada a los espectáculos visuales y orales.

En Honduras históricamente se practica teatro europeo desde el siglo XVI, la primera presentación teatral en Honduras fue el Diablo Cojuelo, una obra del dramaturgo y novelista español Luis Vélez de Guevara, la presentación se llevó a cabo en el año 1750, al aire libre, en la ciudad de Comayagua.

Seguidamente se construyeron diversos teatros, hasta que en 1905 el presidente Manuel Bonilla decretó la construcción de un teatro nacional, mas que un teatro, un coliseo, donde los capitalinos pudieran presenciar teatro, ópera, zarzuela y danza a la europea. En 1915 se concluyó la construcción del teatro nacional, que se llamó finalmente Teatro Nacional Manuel Bonilla en honor al presidente que decretó su construcción.

Compilar y evaluar la actividad teatral hondureña durante la última década antes del nuevo milenio no es una tarea sencilla: Podemos resbalar en la trampa de escribir la definitiva acta de defunción del teatro hondureño al repetir el tono de réquiem de algunos estudios recientes sobre el teatro hondureño.

Una de las raíces principales de la cultura hondureña es su profunda religiosidad, una religiosidad popular expresada en cantidad de tradiciones alrededor de los santos y fiestas religiosas como la Navidad y La Semana Santa. En el siglo XVIII el padre José Trinidad Reyes entendió perfectamente que ninguna labor cultural o artística podía tener éxito en Honduras sin integrar ese poderoso componente religioso del pueblo hondureño. El padre Reyes sistematizó esta cultura religiosa del pueblo hondureño en sus famosas Pastorelas, poniendo con ello las bases para el surgimiento y desarrollo del teatro en Honduras.

También está el peligro de quedarnos atrapados en la queja permanente del poco o miserable apoyo que el Estado brinda a la actividad teatral en Honduras, cuando consta desde la antigüedad que el arte en sus diversas expresiones raras veces ha tenido el beneplácito y empuje de los gobernantes. Es cierto que las circunstancias nunca han sido del todo favorables para el arte escénico hondureño; sin embargo, Honduras, junto a Costa Rica y Guatemala, es uno de los países de la región con una constante tradición teatral.

Se puede decir que el teatro de los noventa en Honduras comienza con la internacionalización del teatro hondureño a través de la película ¡Teatro! teatro y espíritu de cambio en Honduras, que se estrenó en el Festival de Cine de Chicago en Octubre 1989 (ganando un premio de mejor documental).

El teatro en Honduras ha sido históricamente una actividad independiente y no gubernamental, una profesión de lobos esteparios; eso explica lo disperso del trabajo teatral y el escaso espíritu corporativo de los teatristas hondureños. Al menos desde finales de los años 50 es evidente la existencia de la profesión teatral en Honduras.

Los años 60 propiciaron un clima de protesta y dieron lugar a variados experimentos creativos en el mundo intelectual y cultural latinoamericano. Todos los esfuerzos estaban concentrados en hallar la identidad de la cultura latinoamericana. Durante los años 70 y 80 aquellas inquietudes llegaron al teatro hondureño con el retorno de algunos por entonces jóvenes teatristas que habían estudiado teatro en Colombia como Rafael Murillo Selva, Tito Estrada, Mario Jaén, y Karen Matute. Esta nueva generación de teatristas hondureños educados en corrientes teatrales como la creación colectiva, el teatro campesino de Luis Valdez, y el teatro político de Brecht, buscaron cada uno a su manera los primeros trazos de un teatro hondureño que reflejara lo propio y original de la cultura hondureña. En la década de los noventa las obras de teatro insistieron creativamente en esta fusión entre teatro y cultura hondureña.


A finales de los noventa el huracán Mitch destruyó buena parte del territorio hondureño. Mitch puso a prueba la capacidad y creatividad del teatro hondureño para responder a las necesidades del pueblo en un momento de gran emergencia y desesperación. Algunos grupos de Tegucigalpa y la zona norte de Honduras implementaron experiencias de un teatro que podríamos llamar de primeros auxilios, porque su objetivo era utilizar el arte escénico para llevar entretenimiento, diversión, y esperanza a los miles de damnificados. Los damnificados no sólo tenían necesidad de alimentos o ropa (por muy inmediatos y prioritarios que fueran los alimentos o el vestido); hacía falta atender también la sensibilidad herida del pueblo, no dejando que muriera la capacidad para disfrutar de la belleza. Actualmente muchos colectivos de teatro continúan dramatizando cuentos infantiles y otras obras para públicos más variados entre la población damnificada. El teatro ha colaborado a evitar la deshumanización de las personas viviendo en albergues temporales, donde las actitudes violentas y agresivas, la falta de solidaridad, la apatía, la depresión o el conformismo, amenazan con esmero el espíritu de la gente. El teatro en Honduras arribó al nuevo milenio con la noticia del fallecimiento de Francisco Salvador, el más destacado de los precursores del teatro hondureño. En su larga trayectoria como dramaturgo, director, actor, profesor e historiador del teatro en Honduras, Francisco Salvador ayudó a poner las bases para el desarrollo del teatro contemporáneo en Honduras: fue el primer teatrista hondureño en hacer del teatro objeto de estudio sistemático y profesional; a él pertenece el primer estudio serio sobre la historia del teatro en Honduras.

1 comentario:

  1. La viuda de un locutor radial y actor de San Pedro Sula/Tegucigalpa Guillermo Rosales, me encanta leer esta informacion sobre el teatro hondureno. Guillermo, que murio en 2001, fue activo en el teatro en espanol en Nueva York y San Juan Puerto Rico. Estoy investigando ir a retirarme en Honduras. Peggy Ann Bliss, periodista

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