lunes, 30 de septiembre de 2013

EL TEATRO EN NICARAGUA.

No fue sino hasta 1900 que surgieron los primeros rasgos importantes en la cultura teatral nicaragüense, hasta entonces solo habían existido dos corrientes teatrales, la popular que se remonta a los antecedentes prehispánicos fundidos por la tradición española de raíces medievales y la culta que se caracteriza por presencia e imitación de la dramaturgia peninsular del siglo XIX. La corriente teatral popular germino lo que es una de las obras representativas del teatro latinoamericano y del Caribe. 

El Güegüense, sus orígenes se remontan por una parte al teatro precolombino y por la otra se complementan por el injerto  hispánico en el primer siglo colonial; el elemento que revela de entrada el carácter mestizo del Gueguense es el lenguaje, que es un dialecto mezcla del español y el náhualt, semejante al creole o al papiamento; simultáneamente se establecía en la escuela nacional de bellas artes un grupo de teatro experimental, conocido como teatro experimental de Managua el cual fue primeramente dirigido por el italiano Lucho Ranucci, quien abandonaría pronto el país, entonces el teatro contrato como director a Manuel Rodríguez cual su verdadero nombre fue Alfredo Valessi, durante la dirección de Valessi y por iniciativa de Rolando Steiner, encargado desde 1960 de la página de cine y teatro del diario La Prensa, y con el apoyo de este órgano se creó el premio anual 





El Güegüense de Oro, para las mejores representaciones teatrales.  Pablo Antonio Cuadra, uno de los mas autorizados güegüencistas, coordinador del grupo y creador de varias piezas como La chinfonia, el bailete del oso burgués, La novia de tola y Por los caminos van los campesinos, podría considerarse uno de los personajes culturales más relevantes en la historia del teatro nicaragüense, siendo también participe del movimiento de vanguardia, fundó el famoso teatrito lope, cuya vida fue efímera y renovadora, y montaron entremeses y adaptaciones de obras clásicas como julio cesar- Shakespeare y algunas piezas de carácter moderno como las del francés henri gheon. También trabajaron con el Gueguense y otras pequeñas obras originales de las colonias.
Este movimiento de vanguardia trato de impulsar un teatro abierto a nueva perspectiva en el que se diera la aventura de la libertad, el juego original y el rechazo de la lógica aristotélica, que se puede apreciar en el drama mayor por los caminos van los campesinos (1937), valorada como una de las piezas representativa del teatro contemporáneo de Iberoamérica que expone y critica el problema de la guerra civil a través de una sostenida acción, ilustrada con oportunas expresiones populares.

En fin, esa primera corriente teatral popular ofrecía en general obras anónimas de carácter mestizo, impulsadas por los misioneros desde la conquista.

La segunda antes mencionada corriente teatral culta, había producido las primeras obras de autores nacionales como fueron Al borde del abismo de Manuel Blas Sáenz (1887); Alemania y Nicaragua de unos jóvenes leoneses (1877), Manuel acuña de Rubén Darío (1886) y lo que vale una lotería de Carlos García (1891). La relativa consolidación republicana gestada durante la segunda mitad del siglo XIX propició la llegada de compañías itinerantes, sobre todo españolas y suramericanas.

Igualmente, se habían erigido el Teatro Municipal en Leon en 1885, el Teatro de Granada en 1888 y el Teatro Castaño, 1896, en Managua, ciudades que junto con el pueblo de Boaco, acaparaba la actividad escénica de carácter culto.

Con la construcción del Teatro Variedades se incrementaron las representaciones teatrales. Hasta el 31 de marzo de 1931, fecha del primer terremoto que arrasó la capital, fueron muchas las compañías que el público de Managua admiró en ese teatro, como la María Guerrero. Algunas otras compañías venidas del momento fueron La compañía colombiana Unda, con un amplio repertorio de variedades y zarzuela, Opera Bracale, la española de Paco Alba y un largo etcétera.

Otros grupos que alcanzaron a emerger dentro del teatro nicaragüense se destaca el teatro arena nicaragüense (TAN) el cual surgió de la escuela nacional de bellas artes cuyo director busco a Tacho Sanchez para que dirigiera Monserrat la cual fue la primera obra producida que se acredito un galardón centroamericano y otro más transcendente, primer premio en el XI Festival de Teatro Centroamericano celebrado en Santa Ana con Dias sin fin de Eugene O’Neill.  También se destaco el grupo las mascaras formado por el mexicano Cesar Sobrevais, la nicaragüense Leda Ycaza y la italiana Orsola Tomaselli y otro grupo relevante fue Atelier Ruben Dario  fundado también por la escuela nacional de bellas artes también llamada Academia Teatral Ruben Dario.



El grupo de teatro llamado La Comedia Nacional fundada por Socorro Bonilla Castellón que se introdujo también en la historia del teatro nicaragüense, dando funciones en todo el país y que con el apoyo de la UNAN de león, El Proceso de Cuatro Monjas, del italiano Bladimir Cajoli conquisto dos Gueguenses de Oro.

Los primeros dramaturgos locales se produjeron durante las primeras tres décadas del siglo XX, dramaturgos nacionales de Nicaragua no ocasionales, como resultado de una actividad entusiasta y permanente. Entre ellos tenemos Hernán róbleto quien es reconocido como el primero que organizo en Managua una compañía dramática teatral, se caracterizaba por que sus actividades escenicas eran muy extensas y sustanciosas no solo para el teatro nicaragüense sino también de Centroamérica, el Caribe y América latina en general.

Santiago arguello quien tuvo un gran aporte a la historia de teatro nicaragüense por medio de su obra El Ocaso este drama fue muy elogiado en su tiempo no solo por sus coterráneos como el mismo Ruben Dario sino por personalidades mas allá de las fronteras.

Félix Medina aunque salvadoreño fue el primer literato que en Nicaragua se dedico a escribir teatro con regularidad como lo demuestra con sus juguetes de los cual se destaca el drama en tres actos Los Contreras.


Cabe resaltar  que ya sea por la idiosincrasia cultural del pueblo nicaragüense o por razones más ajenas en la historia del teatro en Nicaragua no se registra la creación de organizaciones teatrales, sino, posterior a 1979. La actividad teatral sostenida antes de esta fecha careció de un apoyo organizacional o sindical que velara por aspectos gremiales o aglutinara a los teatreros para promover el desarrollo de esta disciplina artística. La actividad teatral estuvo organizada y dirigida desde las mismas agrupaciones y personalidades del teatro y de algunas instituciones culturales que dieron un perfil al movimiento teatral nicaragüense, a pesar de sus disparidades. Los esfuerzos por hacer del teatro una tradición, de parte del estado nicaragüense, han sido nulos, salvo algunas excepciones. Desde las postrimerías del siglo XIX –inicio del período republicano- se produjeron acontecimientos esporádicos que sentaron las bases de una limitada actividad teatral, desarrollada por esfuerzos privados o independientes.








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